RESUMEN HISTÓRICO DE LOS SEGUROS

El concepto de seguro se remonta a la antigua Roma en donde se administraba una pequeña parte del riesgo marítimo. Hay también evidencia que los Aztecas pagaban una especie de pensión a las personas de mayor edad.

El primer contrato de seguros fue en 1,347 en Genova Italia y la primera póliza apareció en Pisa en 1,385.

El tema del seguro de vida se fundamenta en el desarrollo de la teoría actuarial en los años 1,600 en donde se produjeron las primeras tablas de vida que mostraban las probabilidades de defunción de cada edad pero para ese entonces los seguros de vida no despegaron muy bien.

En 1,629 en Holanda nace la Compañía de las Indias Orientales, primera compañía que asegura el transporte marítimo de la época.

La primera compañía de seguros en Estados Unidos suscribió una póliza de incendio y se formó en Carolina del Sur en 1,735.

En 1,840 Morris Robinson Presidente de Mutual Life en Nueva York tuvo la idea de que una compañía de seguros necesitaba vendedores de seguros y tenían que ser personas respetables que eran pilares de la comunidad y se les pagaba muy bien. Para ese entonces a las personas les parecía abstracto y olvidaban después de un tiempo de estar pagando, cuál era el riesgo y dejaban de pagar el seguro y había que estar acordándoles el riesgo o creando la cultura de riesgo e iban los vendedores de seguros o corredores a las casas de las personas a reiterar los riesgos y las coberturas.

El seguro crece en Inglaterra en el siglo 19 cubriendo fábricas emergentes del riesgo de incendios.

La primera compañía local fue La Internacional de Seguros que fue fundada en 1,910.

En Panamá, la primera compañía en emitir una póliza de vida individual fue Panamerican Life Insurance. S.A. También ésta fue la primera compañía en administrar un plan para jubilados del Canal de Panamá, Comisión del Canal en ese tiempo.

En 1,912 Palig Panamá fue la primera operación afiliada en comenzar operaciones en América Latina.

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LO QUE LE PREOCUPA AL PANAMEÑO

El título escogido para este artículo se enmarca en una región específica del continente Americano pero es una realidad que quizás se pudiera estar repitiendo en distintas localidades y se trata de las obligaciones bancarias que se han ido adquiriendo a lo largo del tiempo para distintos fines pero que en una situación como la que estamos viviendo a nivel global, pareciera que se hacen más grandes debido a que al no poder generar el flujo de efectivo acostumbrado se hace pesada la carga de aquel que ya traía carga o deuda.

Pareciera fácil la solución, que es ir soltando carga, como quién va en una travesía por el desierto y sólo preserva lo que le puede ser útil para sobrevivir en tan dura prueba. Pero no es así, la deuda contraída hay que honrarla y en este artículo trataremos de analizar distintas posibilidades que tiene el deudor.

¿Por qué una persona obtiene crédito?

Obviamente esto va a depender de la conducta del deudor, si es una persona trabajadora podría ser para el estudio de sus hijos, para hacer mejoras a su casa, cambiar o adquirir un auto, para desarrollar un emprendimiento, etc. Y esto irá muy ligado a la conducta de la persona, por ejemplo, si es un individuo muy optimista que tiene a su alrededor un sistema bancario competitivo que le ofrece cómodos plazos y letras atractivas como el sistema financiero panameño, será relativamente fácil caer en la adquisición de deuda. Si sumado a eso existe un mercado incisivo que ofrece tarjetas de crédito con millas, con puntos, con mil beneficios asociados, podría atraer a personas incautas que adquieran uno o más productos de este tipo, que en la actualidad mantienen tasas de intereses reales excesivas para los clientes pero muy buenas para las entidades financieras “reguladas”. Consejos

Por otro lado, tenemos personas más temerosas al riesgo de crédito que son más realistas, que trabajan con su propio dinero, que acuden a buscar financiamiento externo en caso en el que sea estrictamente necesario como podría ser para atender una enfermedad o una situación de peso porque estas personas quizás no sean tan osadas o atrevidas, tengan ingresos fijos y no desean comprometer sus finanzas.

Ninguno de los 2 casos presentados podríamos decir que son buenos o malos, ni el deudor optimista ni el caso del deudor realista. Lo que si es definitivo es que en épocas de recesión económica pareciera salir airosa la personalidad realista pues puede enfrentar una situación económica difícil con mejores posibilidades y con menor estrés.

Igual ocurre con la empresa micro, pequeña, mediana o grande que mantiene deuda, la única diferencia es que habría que amplificar el ejemplo de acuerdo al volumen de la deuda en este caso comparada con los activos y con el patrimonio de la empresa. El nivel de endeudamiento que tenga le permitirá enfrentar mejor los tiempos difíciles y de bajo flujo.

En cada unos de los casos, el del deudor optimista, el del deudor realista o el de la empresa deudora, todos se han estado apalancando con dinero de otro.

En tiempos de bonanza se escucha mucho hablar de inflación y de cuán caro se ha vuelto vivir en un país y se hacen comparaciones de cuánto costaban los artículos antes y cuánto cuestan ahora. En Panamá en términos porcentuales la inflación pareciera no ser un problema pero nadie puede decir que es de los países más baratos del continente.

En tiempos de recesión se escucha hablar de una corrección del mercado y es cuando vemos que el valor de mercado se va ajustando a su valor real o a un valor más justo tanto para el que vende como para el que compra. Es entonces cuando escuchamos el término: deflación, que es cuando hay una situación de exceso de oferta que podría provocar una disminución generalizada de los precios o hasta una recesión económica.

Es aquí donde se agrava la situación del endeudado debido a que la deflación perjudica a quienes tienen deudas porque aumenta el valor de lo que deben.

Esto en las empresas podría costar plazas de trabajo, disminución de beneficios, ajuste de los gastos, control de costos y diversas medidas que buscan que la empresa siga siendo rentable en el tiempo.

Pero para el optimista o el emprendedor este nuevo escenario podría significar un momento crucial en el futuro de su emprendimiento.

Esto obligará a realizar cambios en la forma de hacer negocios para el empresario y a ofrecer más, a hacerse más eficiente para poder mantenerse.

Las alternativas para el optimista, al que la pandemia lo ha tomado por sorpresa y lo ha puesto de rodillas frente a una realidad difícil de preocupación y pérdida de sueño, hay alternativas a su alcance que debe sopesar como por ejemplo:

Refinanciar deuda de mediano plazo a largo plazo.

Convertir sus tarjetas de crédito que en la actualidad podría estar en un 25% en un préstamo a mediano plazo con una tasa de interés menor al 10%.

Consolidar deuda que significa agrupar varios préstamos y convertirlo en uno, si su capacidad de pago se lo permite.

Vender un activo y cancelar deuda.

Convertir una activo improductivo en activo productivo. Por ejemplo, una casa de verano alquilarla y sacarle provecho. Alquilar una parte de tu propiedad por ejemplo.

Reunirte con el banco y explicarle tu situación y que te den alternativas viables que te permitan salir a flote.

Renegociar con el banco las tasas de interés.

Hacer uso de tu seguro de desempleo.

Hacer lo posible por no descuidar tus servicios públicos: agua, luz, telefonía para no agravar más la situación a futuro.

Buscar un socio que te ayude a mitigar los riesgos, potenciarte y salir adelante.

En contabilidad sabemos que cuando se solicita préstamos además de poder lograr tus propósitos y apalancarte con dinero del banco esto te permite un beneficio indirecto que es un ahorro en los impuestos, una disminución al final de año en el pago de impuestos, debido a que los intereses pagados constituyen un gasto y un gasto deducible que te permitirá hacer un pago de impuesto menor que si no hubieses tenido dicho endeudamiento. Ejemplo: una persona jurídica que gana B/.1.00 y no tuviera gastos pagaría B/.0.25 de impuesto sobre la renta a una tasa del 25%, luego de cerrado el año. Pero si esta misma empresa tiene préstamos bancarios y una ganancia de B/.1.00 y ha pagado intereses bancarios por B/0.15 durante el año, pagará impuestos en base a B/.0.85 o sea B/.0.21 en vez de B/.0.25 de impuestos al año, logrando un ahorro de 4 centavos de dólar por el simple hecho de haberse apalancado con préstamo, quizá para tener mayor capital de trabajo. Si la necesidad de dinero para capital de trabajo de una empresa no es estacional sino permanente, generalmente ésta buscará financiamiento externo a intermediarios financieros como los bancos.

En otras palabras, la deuda no es mala, los bancos no son entidades frías del más allá que quieren ver al cliente mal. Son entidades manejadas por seres humanos que en estos tiempos difíciles debieran ser más solidarios por iniciativa propia y no por imposición de las autoridades. Que tomen iniciativas que ayuden a que la gente no pierda la fe en la banca después que superemos la crisis financiera, héroes o villanos, la historia lo dirá.

El deudor debe apoyarse con especialistas financieros que le ayuden a hacer sus estrategias, a proyectar su flujo para ver si van a poder pagar y aprovechar esta coyuntura en que las entidades financieras están dispuestas y abiertas a realizar ajustes y dar planes de pago a la medida de sus posibilidades.

Por:

David Jiménez